lunes, 9 de julio de 2007

17 niños bielorrusos pasarán, un año más, su verano en Constantina


Constantina acoge, desde el viernes 6 de julio, a un total de 17 niños procedentes de la Asociación de Madres del Hospital de Gomel, del entorno de Chernobil, que son adoptados hasta mediados de agosto por familias de la localidad.

El grupo de padres que, por octavo año consecutivo ya, viene adoptando temporalmente a estos niños, a los que cada año se les unen nuevos solicitantes, este año una nueva familia se incorpora a esta meritoria labor social, constituyen el Equipo Local de Aproni (Ayuda y Protección al Niño) en Constantina, cuya presidencia la ostenta Robledo Brenes.

Esta asociación, aparte de recibir donativos y ayudas de paisanos de Constantina e instituciones, organiza a lo largo del año actividades para recaudar fondos para la financiación del viaje de cada uno de los niños, que supone unos 600,00 euros de coste. La más próxima es la cena benéfica que organizan el sábado 14 de Julio.

El Ayuntamiento de Constantina preparó, como todos los años, una recepción en el Salón de Plenos del Consistorio, presidida por el Alcalde, Mario Martínez, acompañado por los Tenientes de Alcalde, Manuel de Miguel y Fernando Jiménez y las concejalas Eva Mª Castillo y Mª Mercedes Campos y los concejales de la oposición Pedro Ponce y Sonia Ortega.
En el desarrollo de este recibimiento, los padres firmaron las actas de acogida. El detalle más destacable del acto, aparte de la bajada de los niños del autobús y los abrazos de sus familias adoptivas, fueron las palabras de bienvenida a estos niños, pronunciadas por el Alcalde, que resaltó que “el Ayuntamiento de Constantina es, durante su estancia, su Ayuntamiento, para lo que precisen y necesiten”.

Mario Martínez quiso hacer una mención especial a “Manolo Ramírez y Manolo Fuentevilla, dos de los padres que año tras año repetían la experiencia de adopción y que este año no están entre nosotros”.
Martínez puntualizó “eran dos hijos de Constantina queridos y respetados por todo el pueblo, dos personas con un gran corazón que hacían posible la acogida de estos niños y a las que se les echa de menos todos los días, pero es en estos momentos emotivos en los que se aprecia aún más su falta, por lo que este acto que es un momento feliz también cobra su momento de tristeza por la ausencia de estos dos grandes hombres”. Fueron palabras llenas de sentimientos que emocionaron a todo el público asistente, irrumpiendo en un espontáneo y largo aplauso.
La llegada de estos niños provoca un sobrecogimiento especial y una mezcla de emociones entre llantos y alegrías. La mayoría de ellos, no cuentan con una situación económica demasiado favorecida y, principalmente, para ellos esta estancia en un lugar sano, saludable y libre de contaminación, les supone una renovación para sus organismos, expuestos, diariamente, a las consecuencias y secuelas de aquella desgraciada explosión nuclear. Un mes fuera de Bielorrusia equivale a un año más de vida para ellos.